25 mar 2012

La voz irreconocible me preguntó:
¿Cuál es la habitación que más te gusta?
Sin duda, la preferida,
el lugar donde vestirme en cualquier pellejo,
aislarme,
navegar por siete mares y alguno por descubrir:
La biblioteca.

La voz habló de nuevo:
Vacía sus estanterías, tus pertenencias, en el patio.
Las vacié.

Volvió a comunicarse:
Enciende la majestuosa pira y contempla.
Ardía mi vida en aquella hoguera

La voz irreconocible ordenó:
Desnúdate por completo y arrójalo todo al fuego
Arrojé mis prendas.


Quedaban rescoldos.
Empezaba a tiritar
de miedo.

Una vez más ordenó:
Coge una vela, una sola cerilla y vuelve a tu habitación-mundo
Regresé.

Enciende la vela, sugirió con voz incitante
Obedecí.

Ahora siéntate frente a ella

Transcurrió tiempo.
Media vela.




El susurro se dirigió de nuevo a mí:
Dime, lector:
¿Qué más necesitas?

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