Hasta aquella tarde nunca me di cuenta de lo atrás que estaban los recuerdos.
Con la constante carrera por seguir adelante había perdido, como la estela de una cometa, amarrada por un frágil y largísimo hilo, todos y cada uno de los capítulos de una vida.
Aprendí a no escucharme. Ha seguir el dictado de otros. Si retrocedía ahora, nadie comprendería. Me acusarían de cobarde egoísta, y tendrían razón.
No hacerse frente es como estar en el centro de una gigantesca pista de hielo con los pies descalzos
25 mar 2012
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