25 mar 2012

Yo no soy poeta.
A tal vez sí,
y es por eso que me martirizo a cada instante

Pienso en verso,
me escudo tras una abrupta sintaxis
camuflado entre arbustos inútiles.
Creo que algún día podré
hacer algo?
Correr tras la utopía soñada una noche de sortilegios
a la luz de una fogata insomne,
cálida y absurda en su soledad.
Un espejo sin cristal,
formas danzantes sobre brasas sin definir.
Ermitaños presagios
algún que otro exceso compartido.
Noches de un verano ya demasiado lejos en el tiempo.
Combatir con estas armas no es esperanzador,
tampoco aconsejable.
Es mejor dormitar cerca
de la lumbre artificial junto a tu cama.
Y acariciar la espalda de la pared de tu habitación.
Arañar
quizá
un poco de piel
contra el gotelé tan viejo
como la cabellera que esconde mis ojos
mi propia imagen reflejada en el cristal de la ventana.
Chupar después la poca sangre que mana de esa herida
rasgar finalmente el papel en pedazos.
Abrir la ventana.
Lanzar los pedazos al vacío …
remolonean en otras ventanas,
parecen tentados a yacer en su alféizar,
caen finalmente, sobre los charcos de agua y aceite de carburador,
allá abajo.

Así queda la utopía una vez más.
Sin forma sobre un charco

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